lunes, 18 de octubre de 2010

2da parte: La versión oficial de la Semana del Cine Colombiano

Lisandro Duque afirma sobre los Premios Nacionales de Cine y la recién creada Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas en la última revista Semana: "Quisimos que el punto de partida fueran los premios: que los propios cineastas votáramos por los premios de nuestros colegas. Es la manera menos imperfecta de ser democráticos y equitativos, y, de paso, se eliminan favoritismos repelentes, pero casi inevitables, cuando las decisiones las toman tres jurados”.

Pero después el artículo de Semana nos informa que sólo 250 personas aceptaron el llamado para integrar la Academia, a pesar de que podían hacerlo todos los artistas o técnicos con alguna participación en un largometraje colombiano estrenado en el país o en algún festival internacional; y que son esas personas las que van a votar o ya votaron, con votos muy probablemente condicionados -agregado mío-, para conformar el palmarés de los premios que se entregarán el próximo jueves, con alfombra roja incluida, en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán.

Este tipo de votaciones de Academia lo que siempre han ocasionado no es que se eliminen los "favoritismos repelentes" sino que se reemplacen por otros, no necesariamente más legítimos, y que sobre todo, se le dé la bendición al cine industrialmente más poderoso, dejando de lado las películas pequeñas y por lo general más interesantes.

El cine colombiano, al tomar ese camino, le da la espalda a una mirada que podría ser más objetiva y desapasionada, que es la que aportan los jurados extranjeros. Y se dedica a la imitación acrítica de modelos que si acaso funcionan en cinematografías con industrias fuertes, y precisamente para celebrar lo industrial. Un círculo vicioso.

Ahora, si el cine colombiano, como sugiere la versión oficial de la Semana del Cine Colombiano, genera 7.000 empleos, ¿por qué la convocatoria para la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas sólo logró convocar 250 miembros? ¿Qué legitimidad tiene una Academia de ese tamaño? 


La pírrica respuesta a esta convocatoria sería una prueba de la poca calidad de los empleos generados por el Nuevo Cine Colombiano, y la escasa capacidad de agremiación que se ha logrado. La madeja completa se empieza quizá a desenredar.

Ver el link a la versión digital de Semana (por cierto, desde ayer no aceptan comentarios en el foro virtual)

http://www.semana.com/noticias-cultura/macondo-academia/146051.aspx

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Por que no le pidieron opinión a Pedro el tercer ojo del cine contemporáneo colombiano el que dice que son apenas 250 miembros cuando el es el tercer ojo de todo, cuando el niega el cine que no es de 35 m.m. y ahora si sale en defensa del que no lo es "el digital" atrevidos no ven que es cahier du cienema, es mas cannes casi lo nombra jurado del festival 2100, el barrio la merced pide su reintegro.

Anónimo dijo...

Saludos. A la dirección nacional de cinematografía le dicen Dirección ANAL de cinematografía por la cantidad de homosexuales que trabajan en ella, por algo Pedrito Adrian paso por allí. Pero más allá de preferencias sexuales, el texto de Zuluaga dice muchas verdades; el cine nacional es un fracaso porque somos un país fracasado; no solo el cine es un fracaso, el teatro es un fracaso, la arquitectura es un fracaso, la salud es un fracaso, los mezquinos y pobretones colombianos somos un fracaso. Las narrativas son reflejo de los pueblos, por algo hacemos el cine que hacemos. ¿Se deberían acabar los estímulos al cine? Claro que sí, pero que nadie crea que el dinero que se malgasta hoy en el cine irá a parar a hospitales, carreteras, o infraestructura, no, ese dinerito pasará a sumarse a los millonarios estímulos que ya reciben nuestros corruptos políticos, cuyos presupuestos superan en miles de millones a los de dirección de cinematografía. He dicho.

Anónimo dijo...

Lamento con toda mi razón haber causado comentarios homofobicos yo soy homosexual y eso del tercer ojo lo escribí para dármelas de chistoso y miren lo que pasa un destructor total se lanza contra todo y destruye todo lo dicho la sicaresca de nuevo fluye.

JuanFalla dijo...

Estoy de acuerdo con que es algo raro que solo 250 personas de 7000; sean las que vayan a votar.

Qué pasó con las otras 6750?

No las invitaron?
No hubo tiempo para que se registraran?

Creo que poco a poco la industria irá creciendo. A medida que nos acerquemos mas a los numeros de películas que se hacen en Brasil y Argentina, la calidad aumentará también.

Estamos viendo el comienzo de la industria.

Volviendo a lo de los 250 miembros, pienso que por ahora, está bien. Pero si el proximo año no se a cuadriplicado (como mínimo) este número, me parecería la embarrada.

Y estoy dando una cifra realmente baja, por que si es verdad que hay 7000 personas que "hacen cine", por lo menos el 80% deberían ser miembros de la Academia. Entre mas hayan, mas seriedad y objetividad tendran estos premios.

Hay que darle tiempo. Este es apenas el primer año. Hay que confiar en que poco a poco aumente el número de miembros, la organización, etc.

Hay que ser realistas, en este momento ganarse un Premio Macondo no significa nada, pero es muy probable que en unos años (y décadas), el solo hecho de ser nominado puede llegar a ser muy positivo para las carreras de aquellas personas.

Alex Rocha dijo...

“El afiche oficial incluye algunas cifras que buscan informarnos y convencernos del extraordinario momento por el que atraviesan nuestras películas”. Cita del artículo de Pedro Adrián. Lo extraordinario del momento es la narcosis visual por la que atraviesan los que "intentan despertar y, dicen hacerlo, a la vez, que se encuentran espantados buscando a tientas la vida y son devorados por el fuego. Ojala fueran en verdad nuestras películas puesto que nos sentimos afines a muy pocas de ellas. Nos dicen que nos informan, claro, pero no sólo no lo hacen ni nos buscan sino que hacen lo posible para que nos perdamos en esa vorágine que son las argucias de la historia oficial, decantadas para este caso, en afiche. Por ello, las palabras de Pedro hacen presente, la manera en que Guy Debord consignaba en su momento sus apreciaciones sobre el cine que pulula tal gangrena expeliendo su pus y el olor característico de ésta.

Alex Rocha

Alex Rocha dijo...

“No haré en esta película (1) ninguna concesión al público. Varias razones excelentes justifican, a mi entender, tal conducta; y las voy a decir:

Ante todo, es harto notorio que no he hecho en ninguna parte concesiones a las ideas dominantes de mi época ni a ninguno de los poderes existentes.

Por lo demás, sea cual sea la época, nada importante se ha comunicado tratando con miramientos a un público, aunque se compusiera de contemporáneos de Pericles; y en el espejo de la pantalla los espectadores no están viendo en este momento nada que recuerde a los respetables ciudadanos de una democracia.

He aquí lo esencial: este público tan enteramente privado de libertad y que lo ha aguantado todo, merece menos que ninguno ser tratado con miramientos. Los manipuladores de la publicidad, con el cinismo tradicional de quienes saben que la gente se ve llevada a justificar las afrentas que no venga, le anuncian hoy en día tranquilamente que ‘cuando se ama la vida se va al cine’ (2).

El público de cine, que nunca ha sido muy burgués y que ya no es apenas popular, se recluta ahora casi enteramente entre una sola capa social, que por lo demás se ha ensanchado: la de los pequeños agentes especializados en los diversos empleos de esos ‘servicios’ que tan imperiosamente necesita el actual sistema productivo: gestión, control, mantenimiento, investigación, enseñanza, propaganda, diversión, y pseudocrítica. Eso dice ya bastante acerca de lo que son. Entre este público que todavía va la cine hay que contar también, desde luego, a la misma especie cuando, de más joven, se halla aún en la fase de aprendizaje sumario de esas diversas tareas de encuadramiento.

Por el realismo y por los logros de este famoso sistema se pueden ya conocer las capacidades personales de los subalternos por él formados.”

Guy Debord en la introducción de su película "In girum imus nocte et consumimur igni"

NOTAS:
1. En 1978, una película ilustraba efectivamente este discurso. Es cierto que para esta clase de película no había verdaderamente sitio en el cine, así como ahora se está viendo que para el cine mismo ya no hay mucho sitio en la sociedad. Las meras palabras serán, sin embargo, instructivas, con tal de añadirles algunas notas que ayuden a entenderlas. (…)
2. En torno a esta consigna imbécil se acababa de llevar a cabo una campaña publicitaria que no logró persuadir al público de volver a las salas de cine.

Alex Rocha dijo...

“No haré en esta película (1) ninguna concesión al público. Varias razones excelentes justifican, a mi entender, tal conducta; y las voy a decir.

Ante todo, es harto notorio que no he hecho en ninguna parte concesiones a las ideas dominantes de mi época ni a ninguno de los poderes existentes.

Por lo demás, sea cual sea la época, nada importante se ha comunicado tratando con miramientos a un público, aunque se compusiera de contemporáneos de Pericles; y en el espejo de la pantalla los espectadores no están viendo en este momento nada que recuerde a los respetables ciudadanos de una democracia.

He aquí lo esencial: este público tan enteramente privado de libertad y que lo ha aguantado todo, merece menos que ninguno ser tratado con miramientos. Los manipuladores de la publicidad, con el cinismo tradicional de quienes saben que la gente se ve llevada a justificar las afrentas que no venga, le anuncian hoy en día tranquilamente que ‘cuando se ama la vida se va al cine’ (2).

El público de cine, que nunca ha sido muy burgués y que ya no es apenas popular, se recluta ahora casi enteramente entre una sola capa social, que por lo demás se ha ensanchado: la de los pequeños agentes especializados en los diversos empleos de esos ‘servicios’ que tan imperiosamente necesita el actual sistema productivo: gestión, control, mantenimiento, investigación, enseñanza, propaganda, diversión, y pseudocrítica. Eso dice ya bastante acerca de lo que son. Entre este público que todavía va la cine hay que contar también, desde luego, a la misma especie cuando, de más joven, se halla aún en la fase de aprendizaje sumario de esas diversas tareas de encuadramiento.

Por el realismo y por los logros de este famoso sistema se pueden ya conocer las capacidades personales de los subalternos por él formados.”

Guy Debord en la introducción de su película "In girum imus nocte et consumimur igni".

NOTAS:
1. En 1978, una película ilustraba efectivamente este discurso. Es cierto que para esta clase de película no había verdaderamente sitio en el cine, así como ahora se está viendo que para el cine mismo ya no hay mucho sitio en la sociedad. Las meras palabras serán, sin embargo, instructivas, con tal de añadirles algunas notas que ayuden a entenderlas. (…)
2. En torno a esta consigna imbécil se acababa de llevar a cabo una campaña publicitaria que no logró persuadir al público de volver a las salas de cine.

Alex Rocha dijo...

“No haré en esta película ninguna concesión al público. Varias razones excelentes justifican, a mi entender, tal conducta; y las voy a decir.

Ante todo, es harto notorio que no he hecho en ninguna parte concesiones a las ideas dominantes de mi época ni a ninguno de los poderes existentes.

Por lo demás, sea cual sea la época, nada importante se ha comunicado tratando con miramientos a un público, aunque se compusiera de contemporáneos de Pericles; y en el espejo de la pantalla los espectadores no están viendo en este momento nada que recuerde a los respetables ciudadanos de una democracia.

He aquí lo esencial: este público tan enteramente privado de libertad y que lo ha aguantado todo, merece menos que ninguno ser tratado con miramientos. Los manipuladores de la publicidad, con el cinismo tradicional de quienes saben que la gente se ve llevada a justificar las afrentas que no venga, le anuncian hoy en día tranquilamente que ‘cuando se ama la vida se va al cine’.

El público de cine, que nunca ha sido muy burgués y que ya no es apenas popular, se recluta ahora casi enteramente entre una sola capa social, que por lo demás se ha ensanchado: la de los pequeños agentes especializados en los diversos empleos de esos ‘servicios’ que tan imperiosamente necesita el actual sistema productivo: gestión, control, mantenimiento, investigación, enseñanza, propaganda, diversión, y pseudocrítica. Eso dice ya bastante acerca de lo que son. Entre este público que todavía va la cine hay que contar también, desde luego, a la misma especie cuando, de más joven, se halla aún en la fase de aprendizaje sumario de esas diversas tareas de encuadramiento.

Por el realismo y por los logros de este famoso sistema se pueden ya conocer las capacidades personales de los subalternos por él formados.”

Guy Debord en la introducción de su película In girum imus nocte et consumimur igni.