domingo, 3 de marzo de 2013

La inauguración del FICCI 53: las charreteras del poder

Graciela Maglia, profesora de la maestría en literatura de la Universidad Javeriana, nos decía en una de sus clases que en los textos hay "lugares semánticamente calientes". Y que el inicio de una novela, por ejemplo, es uno de ellos. "Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia", escribe José Eustasio Rivera, al puro comienzo de La vorágine, y ahí tenemos una síntesis decantada del destino de Arturo Cova. "Longtemps, je me suis couché de bonne hevre”, escribió Proust en El camino de Swann (“Mucho tiempo he estado acostándome temprano" en la versión de Pedro Salinas), una frase que según Luis Antonio de Villena se saben de memoria todos los franceses.

Pues bien, acaba de terminar la versión 53 del Festival de Cine de Cartagena, ahora convertido en un evento gigantesco e inabarcable, y me gustaría analizar aquí esa primera frase del FICCI de este año, su inauguración, como un acto cargado semánticamente, que permite entender cosas, muchas veces incómodas, sobre la cultura y el cine nacional.

La pareja presidencial, escoltada por Salvo Basile, quien se autodefinió como "más presidente que el presidente". Foto tomada de El Universal (Álvaro Cárcamo Oyaga, el fotógrafo) de Cartagena.



El evento, que tuvo lugar en la Plaza de la Aduana de Cartagena, el pasado 21 de febrero, se desarrolló de acuerdo con los más estrictos y aburrridos protocolos de seguridad, y con la consabida y típica sucesión de discursos, antes de la proyección de la Gala de Inauguración, a cargo de Roa, la tercera película de Andrés Baiz. 

Sin embargo, en estos discursos, generalmente ascépticos y convencionales, se fueron deslizando a granel guiños y datos que hacen sospechar que, si bien la programación del FICCI ha llegado a una innegable madurez, el evento es aún un reo del parroquianismo y la demagogia. "Exhibición impúdica del contubernio entre cultura y poder", escribí en estos días en un post de Facebook.

¿Por qué sigo pensando que es así? ¿Por qué me parece que en esta inauguración se perdieron "las buenas maneras" y el pudor? La política y los políticos fueron los protagonistas de esta noche, lo cual parecía en perfecta consonancia con el talante de la película de inauguración. Protagonistas de los discursos fueron los senadores Lidio García y Carlos Fernando Motoa, ambos de la región, que recogían los réditos por haber liderado la iniciativa de declarar al Festival "Patrimonio Cultural de la Nación" y que fueron mencionados con supina generosidad en los discursos. Y el presidente Juan Manuel Santos, que por tercer año consecutivo inauguró el FICCI, y que recibió el gregario saludo de toda la comitiva del Festival.

Salvo Basile, presidente de la Junta Directiva del FICCI, no tuvo ningún reparo en hacer campaña reeleccionista cuando dijo en su discurso: "Gracias Presidente y señora María Clemencia por acompañarnos por tercer año consecutivo y esperemos que sean cinco más". Y Santos, ni corto ni perezoso, recogió el presente. En su discurso, el presidente hizo las consabidas citas cinéfilas que ya Lucas Ospina ha analizado en una columna de La silla vacía, pero sobre todo hizo política, que al fin y al cabo es lo que hacen los políticos.




Anunció que la deducción del impuesto a la renta para donantes e inversionistas privados a las películas colombianas, un mecanismo contemplado en la Ley de Cine de 2003, aumenta -si se cumplen unos mínimos requisitos- del 125% al 165% de lo invertido y que se aumentaron también los topes de inversión para los films nacionales, topes que hasta ahora habían sido una política estatal para mantener en cintura al cine colombiano en simetría con la realidad de su mercado, evitar la inflación de los presupuestos y prevenir el ingreso de capitales non sanctos

 
El discurso completo del presidente.

Aunque la ley 1556 de 2012, o ley "Filmación Colombia" ya avanzaba en ese sentido, ahora parece claro que el cine nacional se entregará dócilmente al más rudo "culto al capital". Pero Santos omitió que la Reforma Tributaria presupone cambios para la inversión privada en el cine (1) y que la primera de sus medidas anunciadas en realidad es más un paliativo que un regalo.

ver el punto 4 de esta noticia: 



La soledad, abrumadoramente acompañada, del presidente. Foto tomada de El Universal.

De impudores y cosas peores

Cosas más impúdicas dijo Juan Manuel. Por ejemplo, la de reclamarse como gestor de la primera Ley de Cine, junto con Silvia Amaya y Claudia Triana. Omitió decir que la primera fue su esposa y con ello señalar el camino que debe transitar la cultura para llegar a las altas esferas del poder. El presidente de la transparencia se cuidó de mencionar los intereses de su familia en el negocio del cine, lo que me hizo recordar aquel debate presidencial en el que dijo ignorar quienes eran los accionistas de El Tiempo. Santos habló de las películas nominadas al Oscar en este 2013, sentó su posición sobre Operación E, y comentó que la "Operación Jaque", es más cinematográfica que la recuperación de los rehenes en Irán que reconstruye Argo. (Según un confidencial de Semana, ante la inminencia de que la película sobre "Jaque" se filme, ya Santos manifestó el deseo de que su papel lo interprete Harrison Ford). Y, the last but no least, le echó la pulla a Uribe, cuando en referencia a Lincoln afirmó que en esta película de Spielberg se demostraba como se podía hacer reformas conservando las "buenas maneras".

Pero el broche de oro de la noche fue la presentación de Roa, de Andrés Baiz. El director caleño también rindió tributo de admiración a Santos (ahora Baiz también debe estar preparado para su bienvenida a esta familia nada fácil a la que ya entró Manolo Cardona por el viejo vínculo de las alianzas matrimoniales) y presentó su película. Las calidades y limitaciones de Roa son asunto de otro tipo de análisis, pero los gestos del director cerraron una noche marcada por la frivolidad y la (paradójica) despolitización. Roa termina con la Bogotá semidestruida de 1948 y con la imagen cuasi-religiosa de un asesino martirizado. 

Mauricio Puentes en Roa, de Andrés Baiz.
Tras el final de la proyección, Baiz, Catalina Sandino et al, subieron al escenario para recibir el más bien frío aplauso de los concurrentes. "La historia dice lo que pasó, la poesía lo que debió pasar", dijo Baiz citando a Aristóteles. El sentido y la oportunidad de la frase del estagirita aún me resultan abstrusas en ese contexto, aunque algo pude entender cuando en la fiesta de inauguración, patrocinada por Dynamo y precedida por el "A gozar" de Andrés Baiz, que resonó en los cuatro costados de la Plaza de la Aduana, cuando apenas procesábamos su película, vi que circulaban botones con un "I Love Roa" impreso, entre un generoso río de whisky y cerveza. El mismo texto se leía en la valla que dominaba el sarao, frente al Palacio de la Inquisición. Fue ahí que entendí que la cultura está destinada a ser un souvenir, algo apenas diferente al turismo o más exactamente, su necesario complemento. Al fin se cumplió la pionera intuición de Víctor Nieto Núñez cuando en 1960 inauguró este Festival.



Notas:

1). Mañana lunes, precisamente, habrá un foro que analiza el impacto de la Reforma Tributaria en las industrias culturales y creativas. Ver:

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Ospina y Zuluaga siguen ensañándose con las evidentes imposturas de Santos, pero precisamente, por intentar apedrear esta cortina de humo, dejan a un lado la urgente crítica que se necesita hacia la maquinaria que está articulando las políticas de cine en Colombia, su promoción de infames representantes y su consecuente conversión del público en imbéciles.

Pedro Adrián Zuluaga dijo...

Precisamente, esto es parte de la maquinaria

Anónimo dijo...

Pues no queda claro cómo.

Pedro Adrián Zuluaga dijo...

Le recomiendo otros textos de este blog, como "La ley 1556 o el paisaje que seremos",republicado en enero,donde también la figura de Santos es importante. En mi caso yo no sabría cómo más decirlo. Pero ¿cuál es su opinión sobre lo que está pasando? http://pajareradelmedio.blogspot.com/2013/01/la-ley-1556-o-el-paisaje-que-seremos.html

Anónimo dijo...

Pedro, precisamente fui yo quien hizo el comentario en esa entrada y veo que la situación se está repitiendo aquí: Santos presenta o inaugura algo, y para tal fin, prepara un discurso con referencias pintorescas poniendo al desnudo su concepción parroquial del cine y del arte, para cerrar dándole la mano a Cardona o a Baiz. Y tiene ud razón, seguramente harán parte de la familia Santos y sus inversiones próximamente. Al igual que en otro tipo de mafias, estas familias quieren desplazar a los "pequeños productores". Pero, ¿qué hay de las otras familias? aquellas que no suben a la tarima, sino que se mueven en la oscuridad maquinando exactamente cómo neutralizar sutilmente a los pequeños productores, decidiendo, representande y/o pensando por ellos. Por ejemplo, aquella familia accesoria llamada CNACC, que realmente no ejerce ningún tipo de propuestas, CONTROL o veeduría sobre nada, o aquella familia llamada Academia, citada infamemente en http://pajareradelmedio.blogspot.com/2012/12/la-academia-que-se-injuria-si-misma.html que también es un brazo de "algo" o "alguien", y ni hablar de la Dir de Cinematografía en MinCultura que es también otro tentáculo del cuerpo oscuro que en algún momento será preciso develar y examinar. Que ¿por qué hay que develar esto? Porque hasta la crítica parece resignarse y reafirmar todo el tiempo estas maquinarias y sus lógicas de auto-validación, como si no existieran otras maneras de asumir la producción cinematográfica en el país, y como si el existente fuera en el fondo, incuestionable. ¿Podríamos hablar de ejercicios de resistencia a esta maquinaria con ejemplos concretos? Incluso, ¿no resistencia, sino vías del todo distintas? ¿Debería la crítica instar a la acción? ¿Debería o tiene que hacerlo?

Pedro Adrián Zuluaga dijo...

Las mejores resistencia son el cine que se hace por fuera de esa maquinaria, del cual hay innumerables ejemplos, y el cine que se hace torciendo desde adentro esa maquinaria como la magnífica "Corta", de Felipe Guerrero, por citar un ejemplo. Eso demuestra que si bien hay un complejo juego de intereses en el cine colombiano, ver enemigos y oscuridad en todas partes, a la único que ayuda es a la inmovilidad o al resentimiento. A la crítica, en mi concepto, le corresponde estar atenta para saludar lo nuevo cuando ello se produzca, o aclimatarlo si es el caso. Ya en ello habría una .considerable inversión de energía y atención

Anónimo dijo...

Muchas veces a un necesario llamado de atención se le llama o se le dirige hacia la inmovilidad o el resentimiento, depende de dónde se mire, reduciéndolo y conteniéndolo. Enemigos y oscuridad los hay: peor sería decir que no hay que verlos o que no existen. Si así fuera, no habría nada discutible en las dos leyes de cine, la reforma tributaria y en los discursos de Santos. ¿Para qué los señala ud entonces si no hay que ver la oscuridad y los enemigos? ¿o más bien no será conveniente? ¿o es que ahora la gente de la academia anda en la luz y son amigos? No sea tibio, Pedro. Si va a atacar, ataque y deje a los otros atacar si han visto las imposturas y hay que denunciarlas. O más bien siga saludando y aclimatando que aquí todo marcha muy bien.


Pedro Adrián Zuluaga dijo...
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Pedro Adrián Zuluaga dijo...

Una cosa es ser tibio y otra cosa hacer el ejercicio racional de reconocer matices. Que haya cosas discutibles en las dos leyes de cine, en la reforma tributaria y en los discursos y el sentido de la política de este gobierno frente al cine, este blog ha sido el primero en afirmarlo. Desde el alto gobierno y sus intermediarios (Dirección de Cinematografía, Proimágenes en Movimiento y Comisión Fílmica) se bendice un culto acrítico al capital, y eso corresponde a los intereses concretos de empresas como Dynamo o RCN. Por eso mi llamado de atención para que se discuta el gravísimo hecho de que los topes para obtener beneficios tributarios se ampliaron de 3 mil millones a 10 mil millones. Otro negocio redondo para los grandes inversionistas, con RCN a la cabeza. Eso existe, pero eso no es todo el cine colombiano. No puedo suscribir condenas sumarias. Como dice el personaje de Fresa y chocolate: "Yo pienso en machos cuando hay que pensar en machos". Pero estar todo el día merodeando la oscuridad, termina en la inmovilidad y el resentimiento. Aquí hay intereses en juego, algunos posiblemente oscuros o cuasi-mafiosos como los que acabo de mencionar, pero también hay avances, energías encaminadas a cambiar las cosas. Es una trampa analizarlo todo como si estuviéramos sin más en las garras de un gran Leviatán.