lunes, 19 de octubre de 2015

Violencia, de Jorge Forero, o lo que ella tiene de excepcional e inadmisible

Violencia, de Jorge Forero, se estrenó en el Forum de la Berlinale 2015, y se presentará el 23 y 24 de octubre en funciones únicas en salas de Cine Colombia.

La primera reacción ante un filme colombiano que lleve por título Violencia, es el desdén y la sospecha. Y más aún cuando su campaña de expectativa, como bien lo dice Arturo Guerrero en El Espectador, juega deliberadamente al equívoco ("Violencia se tomará a Colombia el 23 de octubre") de estar reproduciendo la centralidad de este tema en la historia del país.


Todo parece oportunista y calculado. Pero la experiencia misma de la película, que al fin y al cabo es lo más importante, pone en un segundo lugar estas "ligerezas" y hace que uno olvide o, al menos, tolere mejor, el socorrido discurso de que el arte repara las fallas sociales, lugar común en el que casi todo hemos incurrido. Quizá se necesitan películas tan radicales como Violencia, para sentirnos en libertad de, al fin, hablar de otras cosas.

La película de Jorge Forero fue concebida, en su narrativa y en su formato, y ahora en su anunciado estreno en funciones únicas –en experiencias–, como una pieza singular, incómoda, a contrapelo de la asepsia de un cine que rehúye a toda costa cuestionar al espectador, dandole dosis pusilánimes de lo mismo. El siguiente texto fue escrito para acompañar el estreno de la película en el Festival Internacional de Cine de Berlín de comienzos de este año:

Violencia, de Jorge Forero, es una mezcla excepcional de terquedad y compromiso. Terquedad para seguir hablando de un tema –la violencia– que nos define como sociedad y que representa para los colombianos su mayor experiencia colectiva, el relato común en el que todos nos reconocemos. Compromiso para hacerlo desde el arte, un lenguaje ajeno al optimismo de la política o de la publicidad y que, por tanto, no elabora mensajes explicativos ni cierra las discusiones; que muestra fisuras, que nos interroga.

Del tercer episodio de Violencia.

La opera prima de Forero se compone de tres fragmentos, tres experiencias de la violencia, tres personajes centrales. El punto de partida suena conocido, casi frío y programado, como si se tratara de un ensayo académico. Pero la película en sí misma desplaza al espectador a otro lugar de comprensión, se juega sus cartas en otro lado.

Aquí la violencia es más una huella que un acontecimiento: la violencia estuvo ahí y quedó inscrita en los cuerpos de los actores-personajes y en sus recorridos, mentales y físicos, que son seguidos por una cámara que no da tregua. O estará y va a romper con su fuerza extraña y aniquiladora, cualquier sentimiento de familiaridad y pertenencia. Es una violencia que no se reduce a actos, que se agazapa en las palabras, las miradas y los gestos, y parece no admitir la posibilidad de una salida distinta a la normalización, a la banalidad del mal.

Pero la película misma es una respuesta. Al negarse a reproducir la violencia de forma explícita o literal, muestra un camino, a través del arte, para escapar del laberinto. Un camino que pasa por comprender y distinguir, por ver, más allá de lo aparentemente inevitable y homogéneo de la violencia, lo que ella tiene de excepcional e inadmisible para cada individuo.

Ver trailer:



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablemos primero de la película antes de tocar el tema de las "ligerezas" que han girado entorno a la promoción y exhibición de esta película, ya que por lo visto nuestro anfitrión se cuida de no desinflar los globos de Burning Blue y su cabeza Diana Bustamante: en este tema es entendible que Pedro Adrián no quiera patear la lonchera.

I.

1. Digámoslo de entrada: la película es bastante regular, por no decir otra cosa. Su dirección oscila entre planos juiciosos que capturan y narran a la vez instantes inquietantes (Aquí quizá cabría aplaudir el plano que abre la película y termina en los pies del secuestrado) y planos sosos, arbitrarios. Obviando el primer plano, el resto de la película es una sumatoria de planos buenos, regulares y malos, como si el director quisiera mostrar un compendio de técnicas y formas de diseñar una toma. Sólo le faltó usar una grúa. Aquí puedo traer como ejemplo el plano de la cámara sujeta al actor en el primer segmento del secuestrado, mientras nos quedamos con el rostro del personaje que camina por la selva y vemos al fondo a sus captores. Que el director haya decidido sujetar la cámara al personaje hace que este plano desentone con el lenguaje propuesto en todo el segmento. ¿Qué dice este plano? No mucho, me temo. Y así, como este, hay instantes abruptos donde se cambia de plano, cortes muy visibles y molestos, tiros de cámara que parecen arbitrarios.

2. Capítulo aparte merecen los diálogos y la mayoría de las actuaciones. Quizá por esto mismo considero que el primer segmento es el que mejor sale librado. Cuando a partir del segundo segmento -el del falso positivo- escuchamos diálogos, estos son insulsos, inverosímiles, carentes de ritmo. Claramente aquí el director le apuntaba al naturalismo, al realismo, pero todo es acartonado en el segundo segmento. El personaje es apenas un esbozo (y no un "arquetipo" como alega el director): su universo es tan complejo como una noticia de RCN. La verdad no hay mucho por rescatar del segundo segmento. El tercer segmento cae también en muchos de estos problemas de lenguaje y verosimilitud. Pocos momentos resultan reales, como aquel donde vemos a todos los paramilitares almorzando mientras la cámara hace un giro de 360 grados. Y quizá el instante que más incomoda al público es el momento del sacrificio del cordero: en la sala saltaron incómodos la mayoría de animalistas, que hoy por hoy están tan de moda. ¿Qué querría el director con este plano? Se entiende la contraposición y el diálogo que quiere entablar con lo que viene luego cuando llega la "prueba" con la mujer atada a un palo. Pero el momento se desaprovecha, no es contundente: es una pregunta a medias, un balbuceo.

(Continúa en el siguiente comentario...)

Anónimo dijo...

II.

Ahora sí hablemos de la promoción y exhibición de la película y sus ligerezas que no son tan ligeras.

1. Dice Forero en una entrevista a LatAm:

"También me molesta mucho ese discurso de que nosotros hacemos películas para festivales, pues todas nuestras películas siempre tienen un compromiso artístico y social muy fuerte, que habla de lo que pasa en nuestro país, que habla de las problemáticas, que habla de lo que somos, que habla de nuestras tradiciones, habla de nosotros mismos, y nuestro primer público, nuestros primeros espectadores, siempre son el público colombiano. Ahora, no entiendo eso de “para festivales” y qué es lo comercial y qué es lo que pretenden que hagamos. Lo que sí puedo decir es que nuestro cine sí es un cine muy comprometido con nuestro país, pero también muy comprometido con el arte."

Alega el director que "ellos" (¿Quiénes? ¿Los de Burning Blue? ¿Los directores de cine que estrenan en Europa? No es claro) hacen cine "comprometido con el país y con el arte" y que sus "primeros espectadores" son el público colombiano.

Ahora pregunto: Si el director considera que su película es importante para discutir nuestro presente, nuestro conflicto (el director ha hecho referencias al proceso en La Habana, etc.), entonces, ¿por qué estrenarla en el circuito Alternativo de Cine Colombia?

En el perfil de la más reciente Revista Arcadia, escrito por Samuel Castro (y quizá en esto tenga mayor culpa el periodista que el mismo director) se vende a la película como "una obra de arte", una película más cercana a eso que llaman "cine arte" y que un público acostumbrado a Ópera, montajes teatrales británicos y visitas guiadas a los mejores museos, son el espectador adecuado para "Violencia."

¿Por qué hacerla exclusiva? ¿Acaso la razón (y de esto se habla en el artículo de Arcadia) es económica y de producción?

¿Dónde queda el compromiso con los espectadores colombianos? ¿Cuál es el "público colombiano" del que habla Forero en la entrevista de LatAm? ¿Solo los colombianos aficionados a la ópera y al teatro porque sólo ellos van a "entender" la película?

Muy, pero muy problemático. Si de verdad la película hubiese sido importante, radical, formalmente vanguardista, o nos hubiera presentado nuevas reflexiones sobre el conflicto colombiano, entonces la película se hubiese perdido para la gran mayoría del "público colombiano" por el estreno exclusivo que le dieron.

Pero la película no es ni importante, ni radical, ni formalmente vanguardista ni presenta grandes reflexiones sobre el conflicto colombiano. Es una película regular, menor, una ópera prima que decidieron estrenar para unos pocos. Y ahí se quedará.

Ojalá el Forero del primer plano de "Violencia" vuelva con más pausa, más reflexión y sin tanto afán por hacer una "obra" que esté "comprometida con el país y con el arte". Esas preocupaciones son mejor dejárselas a Libia Stella Gómez.

O.G.

Pedro Adrián Zuluaga dijo...

O.G: Gracias por sus comentarios. Son muy valiosos. Como veo que su mirada sobre la película es bastante articulada, lo invito a que la organice y le dé más forma, para publicarla como una entrada de este blog. Incluso puede usar un seudónimo, si así lo prefiere, aunque yo creo que es intelectual y éticamente responsable hacerse cargo de lo que se dice, como lo hacemos quienes publicamos comentarios sobre las películas y con ello exponemos nuestro criterio a la vigilancia pública. También le sugiero organizar las reflexiones en torno al estreno, sus "ligerezas, las declaraciones de Forero, etc. Eso también hace parte del "hacerse cargo", en este caso por parte del director y los productores de la película. Estoy de acuerdo con usted en que, en este último aspecto, VIOLENCIA está llena de contradicciones. Como no tengo otra forma de comunicarme con usted, aquí le dejo mi mail: pedroadrianzuluaga@gmail.com

Quedo atento,

Pedro A. Zuluaga